El municipio de Argoños, con sus tres barrios de Ancillo, Cerecedas y Santiuste, se extiende por una superficie de 5,5 km2 a los pies del monte El Brusco sobre el margen occidental de la desembocadura de la ría de Santoña.
Se trata de un antiguo lugar de paso en el Camino de Santiago en su variante costera. Durante la Edad Moderna estuvo hermanado con la Merindad de Trasmiera y se constituyó como ayuntamiento a comienzos del siglo XIX. Pertenece al partido judicial de Santoña.
Su situación geográfica ha llevado a sus habitantes –más de 1.100 en la actualidad– a dedicarse tradicionalmente a la explotación de los recursos pesqueros de la marisma.
Esta ocupación hoy en día se ha adecuado a las necesidades de conservación de los frágiles ecosistemas del acuífero, integrado en la extensa Reserva Natural de las Marismas de Santoña, la Victoria y Joyel, uno de los mayores humedales de la costa cantábrica.
Junto a las labores de marisqueo y las explotaciones ganaderas, el turismo ha adquirido importancia como fuente de ingresos del municipio, favorecido por su situación geográfica cercana a la costa, a pocos kilómetros de las playas de Berria y Salvé. Este fenómeno se ha traducido en la proliferación de urbanizaciones en los aledaños de la capital.
Entorno Natural
Además de la riqueza natural de un lugar que contempla anualmente el paso de miles de aves, Argoños cuenta con una interesante muestra de arquitectura popular, entre la que destaca la serie de viviendas en hilera típicas de la comarca de Trasmiera, que puede contemplarse en el barrio de Ancillo.
También es interesante desde el punto de vista etnográfico el molino de mareas de Jado, uno de los tres que en el pasado existían en este municipio y que se ha convertido en un centro de interpretación de las tradiciones pesqueras tras su restauración en 2002.