Bárcena de Cicero se extiende por 36,6 km2 en el extremo sureste de las marismas de Santoña. Está limitado por varios cursos de agua que desembocan en dicho humedal: al norte, la ría de Escalante, y al este, la de Treto, formada por la confluencia de las rías de Rada y Limpias, estuarios del río Clarín y Asón, respectivamente.
Una línea de colinas coronadas por El Alto, La Cabaña, el Alto de Ocina y Cotero Alto recorre el sur del municipio, lo separa de Voto y Solórzano y se adentra hasta el cerro de El Pico (166 m).
Los asentamientos urbanos se concentran en la franja norte, a lo largo de la Nacional 634, que discurre paralela a la autopista A-8. En la actualidad, sus más de 2.500 vecinos se distribuyen entre los núcleos de Adal, Ambrosero, Bárcena de Cicero, Cicero, Gama, Moncalián, Treto y Vidular.
Cinco de ellos se cuentan entre los diez concejos que conformaban integraban la antigua Junta de Cesto, integrada en la Merindad de Trasmiera.
En la actualidad Bárcena de Cicero es un atractivo municipio localizado entre el ‘gran Bilbao’ y la bahía de Santander, en el estuario del Asón, una de las zonas más pobladas e interesantes de la Cantabria oriental, en la que se agrupan los importantes núcleos de población de Santoña, Laredo y Colindres.
Aquí se halla uno de los polígonos industriales más modernos de la comunidad, el de Ambrosero, situado junto a una de las principales arterias que recorre la región, la autovía del Cantábrico, A-8.
Atesora un patrimonio arquitectónico de primer rango, que incluye los templos de Santa María, en Bárcena de Cicero; San Cipriano, en Adal; San Andrés, en Ambrosero; y San Pelayo, en Cicero. Destacan también importantes ejemplos de residencias señoriales de la Edad Moderna: los palacios de Alvarado, Arredondo, Colina y Rugama. Además, custodia una de las obras de ingeniería más emblemáticas de Cantabria: el puente de hierro de Treto, construido en 1901.
En el capítulo de recursos naturales, Bárcena de Cicero se precia de estar situada sobre el principal conjunto de humedales del norte peninsular: la Reserva Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, zona de paso e invernada de miles de aves, algunas de ellas en peligro de extinción.
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